Decimocuarta entrega 23/08/2021

 


Un libro: Las grandes elegías, Friedrich Hölderlin 



¿Por qué no Hölderlin en estos malos tiempos para la lírica? ¿Por qué adentrarse en el poeta de los poetas y filósofos, en el que para muchos encarnaba la pureza poética? ¿Por qué no? Echo de menos los tiempos en los que era posible leer con grupos de alumnos el Hiperión y debatir durante varios días sobre el poeta que enloqueció, que vivió en las ruinas de sí mismo, que buscó un mundo inexistente, desaparecido ya, que solo vivía en su imaginación. Pero a veces la imaginación es una isla refugio en la que sobrevivir. Vivimos malos tiempos, como Hölderlin, para la belleza, asediada por un feísmo militante. Quizá darnos un pequeño disfrute en estas grandes elegías escritas entre los años 1800 y 1801.
La belleza sale de las aulas como sale de la vida, apabullada por la presión de lo útil, de lo práctico inmediato, de lo feo absoluto. ¿Dónde ir con la Poesía? Al lugar más insospechado, al fondo de uno mismo.

Lamentaciones de Menón por Diótima
I. 

Salgo todos los días, siempre buscando un algo diferente,
ya he interrogado a todas las sendas del país,
ya visité todas las sombras y lo alto de las colinas frescas,
y las fuentes; arriba y abajo anda errante mi alma,
implorando reposo: de esta manera huye el ciervo herido hacia los bosques,
a donde a mediodía era costumbre suya descansar, a la sombra, tranquilo,
pero el lecho de musgo ya no es deleite para su corazón,
gime insomne, y el aguijón le espanta, inútil ya
el calor de la luz y el frescor de la noche
y baña en vano sus heridas en las olas del río.
Y como en balde tiende para él la tierra sus hierbas curativas,
y ninguno de los céfiros calma su sangre ardiente,
igual, parece, oh amigos, me pasa a mi, y nadie,
decidme, ¿nadie puede quitarme de la frente el triste sueño? 

  • Friedrich Hölderlin (1980) Las grandes elegía 1800-1881. Versión castellana y estudio preliminar de Jenaro Talens. Ed. Bilingüe- Col. Poesía Hiperión, ed. Peralta. 121 pp.

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Una canción: Ne me quitte pas (Jacques Brel 1959)


Una de las grandes canciones de la música en francés en su etapa más gloriosa, Ne me quitte pas, consagró al cantautor belga, Jacques Brel, en 1959. Canción en la que el dolor del abandono se convierte, metáfora tras metáfora,  en el poema de la rendición amorosa, en la voz del dolor. La canción ha conmovido desde su nacimiento a quienes la escuchaban y hay versiones en todo tipo de voces y probablemente en casi todos los idiomas en los que es posible cantar este dolor profundo sin vergüenza. Al inglés se tradujo como If You Go Away, y tuvo también muy ilustres versionistas, grandes músicos y cantantes que no fueron capaces de resistirse a su magnetismo.
La idea de la derrota en el combate del amor ya tiene sus precedentes baudelaerianos. El amor como batalla, como duelo entre los amantes en el que uno de ellos doblega al otro es una imagen literaria poderosa y eficaz a la que Brel supo dar forma, según cuentan, tras una ruptura (según señalan los historiadores de estas cosas), pero ¿qué importa? Lo importante es realmente lo trágico y universal del dolor del amor. Por eso esta canción resulta más convincente cuanto menos musical se hace, cuando, como hace a la perfección Brel, se convierte en una conversación con el otro silente, una ausencia de respuesta lo dice todo. No es fácil cantarla o recitarla, pues ambas cosas se entremezclan. Lo importante no es la gran voz sino la sinceridad que la haga creíble.

Ne me quitte pas
(Jacques Brel)

Ne me quitte pas
Il faut oublier
Tout peut s'oublier
Qui s'enfuit déjà
Oublier le temps
Des malentendus
Et le temps perdu
À savoir comment
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois
À coups de pourquoi
Le cœur du bonheur
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Moi, je t'offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas
Je creuserai la terre
Jusqu'après ma mort
Pour couvrir ton corps
D'or et de lumière
Je ferai un domaine
Où l'amour sera roi
Où l'amour sera loi
Où tu seras reine
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je t'inventerai
Des mots insensés
Que tu comprendras
Je te parlerai
De ces amants-là
Qui ont vu deux fois
Leurs cœurs s'embraser
Je te raconterai
L'histoire de ce roi
Mort de n'avoir pas
Pu te rencontrer
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
On a vu souvent
Rejaillir le feu
De l'ancien volcan
Qu'on croyait trop vieux
Il est, paraît-il
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu'un meilleur avril
Et quand vient le soir
Pour qu'un ciel flamboie
Le rouge et le noir
Ne s'épousent-ils pas?
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je ne vais plus pleurer
Je ne vais plus parler
Je me cacherai là
À te regarder
Danser et sourire
Et à t'écouter
Chanter et puis rire
Laisse-moi devenir
L'ombre de ton ombre
L'ombre de ta main
L'ombre de ton chien
Mais
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas

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Una película: La La Land. La Ciudad de las estrellas (Damien Chazelle 2016)


Cada vez que ves La La Land. La ciudad de las estrellas, el filme de Damien Chazelle, consigue emocionarte. No es solo la historia en sí, sino el cuidado armonioso de los detalles en todos los niveles, del uso del color a los movimientos de cámara, de las interpretaciones a la música o las orquestaciones. La La Land es una pequeña gran obra maestra que vive tanto de la historia del cine musical como de las vanguardia narrativa. Y es que La La Land no tiene límites, es una película enormemente libre y, a la vez, meticulosa, primorosamente elaborada, reflejando amor en cada una de sus imágenes, algo que no siempre se encuentra en una película. En esta conjunción de libertad creativa y rigor reside su encanto y emoción.

Posee un magnífico guion que juega con los tópicos para irlos deshaciendo en nuevas fórmulas, que se hacen a la vez fantásticas y realistas. Es esa libertad irreal que ofrece el musical la que se acaba reduciendo al realismo de la vida. La película mereció 6 premios Oscar y se llevó los 7 Globos de Oro a los que estaba propuesta, teniendo actualmente el récord de premios ganados.

Magistral Emma Stone, cuyos destellos de genialidad habían salpicado casi todas su intervenciones en películas anteriores; en esta película puso toda su sabiduría interpretativa a prueba. Las varias secuencias que vemos de las audiciones, por ejemplo, nos muestran a una actriz de una enorme inteligencia y sensibilidad, capaz de dar interioridad a los personajes, haciendo que el espectador lo comprenda y viva. Su lectura del personaje es excepcional y su forma de transmitirlo intensa y bien medida.

El cine y la música se hermanan técnica y argumentalmente en la ciudad de los sueños creando una materia en la que lo uno de forma a lo otro. El cine se hace música y la música se convierte en elemento que da forma a las imágenes uniéndose con un sentido coreográfico que no se pierde más que cuando es estrictamente necesario desde el punto de vista narrativo. Hay secuencias inolvidables, primorosamente fotografiadas en un trabajo excepcional con las luces que crean los focos de atención y dramatizan los sentimientos. 

Deberíamos ver cada cierto tiempo La la land, emocionarnos y darnos un baño de sueños y vida, de ilusión y realismo.



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